Comentario
II. Tradición textual
A mediados del siglo pasado los conocimientos sobre la procedencia del texto de la crónica eran los siguientes, en palabras de Joaquín García Icazbalceta en la Advertencia que estampó el 15 de agosto de 1851 al frente de su ejemplar:
Escribióse esta Crónica Mexicana hácia el año de 1598, según se deduce de su mismo contexto (Véase el folio 358 v.) y poseyó el MS. original D. Lorenzo Boturini Benaduci, en cuyo catálogo se encuentra asentado con el núm 11 del § VIII. De este original de Boturini sacó una copia el historiador D. Mariano [Fernández de Echeverría y] Veytia, y de esta se tomó, segun la advertencia del colector, la que existe en el Archivo General de la Nacion. Según todas las apariencias la presente copia se sacó de la del Archivo, en el mismo año de 1792 en que se hizo aquella, ó acaso directamente de la que perteneció a Veytia. No he tenido la oportunidad de cotejar la mía con la del Archivo, y acaso lo haré más adelante.
El Dr. Beristain en su Bibliotheca Hispano Americana Septentrional (tom. 1, pag. 66) da á entender que no vió esta Crónica y la cuenta por perdida. No es extraño este descuido del Dr. Beristain, porque en su Biblioteca se encuentran á cada paso pruebas de que nunca vió la colección de Memorias Históricas formada de órden del Virey Revillagigedo, que hoy se guarda en el Archivo General. El Sr. [Lucas] Alaman en sus Disertaciones (tom. 2, pág. 86) lamenta tambien la pérdida de esta Crónica; pero ambos escritores se equivocaron por fortuna y aún conservamos este preciso documento.
(...) Sería de desear que esta obra viese la luz pública en su lengua original, porque solo se ha impreso una traduccion francesa de ella trabajada por Mr. Ternaux-Compans, quien la ha publicado en los Nuevos Anales de Viages.
(...) México Febrero 18 de 1850
La Crónica de Tezozomoc ha sido recientemente impresa en su lengua original en el IX volumen de la magnífica colección de Kingsborough (Antiquities of México, London, 1830-48). Sirvió de original para dicha impresión una copia tomada de la que está en el Archivo general. Agosto 15 de 1851 7.
Pocos años más tarde, en 1878, los conocimientos acerca de la historia de este texto habían mejorado solo muy ligeramente. Orozco y Berra los expone detalladamente:
Ignoramos cuándo terminó su labor [Tezozomoc]: respecto de ella, hé aquí la mencion mas antigua que encontramos: "El sitio que ocupa el hospital (de Jesus) se llamaba antes de la conquista Huitzillan, y era famoso por un suceso extraordinario acontecido en él. El emperador Ahuitzotl hizo conducir á la ciudad por una atargea (cuyas ruinas dice [Carlos de] Sigüenza [y Góngora] que se veian en su tiempo), el agua de la fuente de Acuecuexco, inmediata á Cuyoacan, la cual rebozó en este paraje con tal exceso, que causó una grande anegación en la ciudad, con mucho estrago de sus edificios y habitantes, y como esta agua no era ni es caudalosa, tal anegación se atribuyó a una causa maravillosa y arte diabólico. Sigüenza cita la historia de los mexicanos que escribió D. Hernando de Alvarado Tezozomoctzin, hijo del emperador Cuitlahuatzin, sucesor de Moctezuma, cuya obra tenia manuscrita en su libreria, y en ella se refiere este suceso en el cap. 82, fol. 113."1
(...) Sigüenza donó sus manuscritos al Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de jesuitas y tal vez su ejemplar fué el visto por Clavigero, quien le menciona en estos términos: --"Fernando de Alvarado Tezozomoc, indio mexicano. Escribió en español una Crónica Mexicana hacia el año de 1598, que se conservaba en la misma libreria de jesuitas".2 Los volúmenes MSS. donados ascendian á 28, de los cuales quedaban solamente ocho en el año 1750 al ser consultados por [José] Eguiara [y Eguren] para formar la Bibliotheca Mexicana [1855], habiendo desaparecido el resto: á la expulsión de los jesuitas, los manuscritos restantes se llevaron a la biblioteca de la Universidad, en donde acabaron por perderse. De aquí dimana lo dicho por algunos escritores, afirmando no existir copia alguna de la Crónica de Tezozomoc.
Merced a las laboriosas indagaciones del distinguido caballero Lorenzo Boturini Benaduci reapareció de nuevo la obra, de la cual da noticia el descubridor en los siguientes términos: --"Crónica Mexicana en papel europeo, escrita en lengua castellana por Don Hernando de Alvarado Tezozomoc cerca del año de 1598 y contiene 112 capítulos, desde la gentilidad, hasta la llega del invicto Don Fernando Cortés á aquellas tierras. Es la primera parte y falta la segunda".3 Debemos poner este hallazgo antes del año 1773 [por 1743], en que Boturini fué puesto preso y sus papeles le fueron embargados.
Por fortuna la rica colección formada por Boturini estuvo toda ó en parte en poder de Don Mariano [Fernández de Echeverría y] Veytia, á quien aprovechó para escribir su historia; á la muerte de Veytia la colección pasó á la secretaria [de cámara] del virreinato, en donde la humedad, los ratones y los curiosos la cercenaron bastante; [Antonio de León y] Gama y el P. [José Antonio] Pichardo la disfrutaron, sacando copias de pinturas y manuscritos; lleváronse los restos á la biblioteca de la Universidad, en donde se redujo a casi nada, y los residuos fueron puestos en el Museo Nacional para sufrir la última merma. [J. M-.A.] Aubin cuenta lo que de estos monumentos existe en su poder. Por este camino estuviera perdida segunda vez la obra, á nos ser porque Veytia sacó copia del ejemplar de Boturini hacia el año 1755.
(...) Deseoso el Gobierno español de reunir materiales para la formación de la historia de sus posesiones en América, remitió órdenes a México (ya otras veces lo habia hecho en el mismo sentido,) para que se formase una copia, y se remitiese a España, de los documentos mas importantes al intento. Nada hicieron de provecho en la materia los vireyes D. Martin de Galvez (1783-1784,) D. Bernardo, de Galvez (1785-1786,) y D. Manuel Flores (1787-1789.) Por real orden de 21 de Febrero 1790 se recordó lo antiguainente mandado, pidiendo expresamente se remitieran á la Corte los siguientes documentos: los papeles del Museo de Boturini (...).
Gobernaba á la sazon la colonia el buen conde de Revilla Gigedo [1789 a 1794], quien encomendó la tarea al religioso franciscano Fr. Francisco Figueroa, quien tanta priesa se dió en su trabajo que pudo presentarle concluido en menos de tres años, el de 1792. La colección manuscrita fue llamada: --"Memorias para la Historia Universal de la América Septentrional, que por el año de 1792, se dispusieron, extractaron y arreglaron en este Convento grande de N.S.P.S Francisco de México"8 (...) Tres ejemplares se hicieron de la colección. El uno fué remitido á España; túvole en su poder D. Juan Bautista Muñoz y vióle Ternaux-Compans, quien da un extracto del catálogo1: existe actualmente en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia en Madrid. El segundo ejemplar quedó en la secretaria del Vireinato, de donde pasó al Archivo general (...) El tercer ejemplar quedó en la biblioteca del convento principal de San Francisco de esta ciudad, de donde desapareció por volúmenes separados, pasando á poder de diversos particulares mucho antes de la extincion del convento y de la órden.
A esta cuenta, las copias de la Crónica de Tezozomoc eran ya cuatro, contando por primera la de Veytia. La obra de Tezozomoc ocupa el volúmen XII de estas colecciones, bajo este título: Crónica mexicana, por D. Fernando Tezozomoc, y al frente puso lo siguiente el P. Figueroa: --"Advertencia del Padre Colector. Don Fernando Alvarado Tezozomoc fué sin duda, uno de los investigadores mas diligentes de las antigüedades mexicanas (...) --Clavijero se aprovechó de muchas noticias de Tezozomoc para su historia: lo mismo hizo D. Mariano Veytia para la que compuso en la Puebla de los Angeles (...) El hábil Boturini que hace particular mencion de esta primera parte de Tezozomoc, en su catálogo, solicitó la segunda y no la pudo conseguir. De la crónica MS. Que fué de Boturini sacó D. Mariano Veytia un ejemplar por el año de 1755, y del ejemplar de Veytia se sacó la presente copia á que se aplicaron las atenciones que debia inspirar el conocimiento de la importancia de la obra. --Certifico que esta crónica se ha copiado exactamente de un ejemplar que fué de D. Mariano Veytia. México, veinte y uno de Noviembre de mil setecientos noventa y dos-- F. Francisco García Figueroa"9.
Parece claro, pues, que todos los ejemplares conocidos de este texto provienen de la copia que hizo Veytia en 1755 del ejemplar de Boturini. A las palabras de Orozco y Berra no hay sino añadir que no fueron tres sino cuatro las copias que se sacaron en 1792 del ejemplar de Veytia: dos, y no una, que fueron remitidas a España y están hoy en la Real Academia de la Historia, otra que de la Secretaría del Virreinato pasó al Archivo General de la Nación en México, y otra más hecha para el archivo del convento franciscano, cuyo paradero es hoy desconocido. Asimismo, hay que puntualizar que la copia perteneciente a García Icazbalceta, cuyas diferencias con la de Orozco y Berra eran, dice este, relativamente importantes, no es seguro que procediera directamente de la del archivo del convento franciscano, sino quizás de la del Archivo General, como el mismo García Icazbalceta señala, aunque ambiguamente, al no aclarar de cuál de los dos archivos procede.
A partir de 1792, año de la Colección de memorias de Nueva España, o incluso algo antes, a partir de 1755, año de la copia de Veytia, la historia y la procedencia de los manuscritos actualmente existentes son muy probablemente conocidas. La historia del texto antes de 1755, en cambio, no podía hacerse más que a partir de suposiciones no comprobables puesto que se consideraba perdida la copia de Veytia y, sobre todo, se desconocía el paradero del ejemplar de Boturini, que este aseguraba ser el original de Tezozomoc y del que aquella era copia. Pero en 1954 un artículo del profesor D. W. McPheeters dio a conocer la existencia de Un códice desconocido de principios del siglo XVII de la Crónica mexicana de Hernando de Alvarado Tezozomoc10. Después de indicar los pocos datos conocidos sobre el autor, McPheeters identifica el códice como perteneciente a Boturini, aunque sin precisar en qué se basa para ello, lo describe sumariamente, y acaba con una hipotética reconstrucción de su historia.
McPheeters debió de examinar apresuradamente el manuscrito en 1951 por lo que cometió algunos errores en su descripción que todavía perduran. Su presentación, en efecto, fue durante casi 20 años la única fuente de conocimiento disponible pues hasta 1969 el manuscrito era propiedad del librero, bibliófilo y coleccionista neoyorquino Hans P. Kraus. Por esa fecha este lo donó, junto con un centenar y medio más de documentos, a la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. El conjunto, conocido como Colección Hans P. Kraus de manuscritos hispanoamericanos, se puso a disposición del público a principios de los años 70, fecha a partir de la cual fue posible consultarlo con todo el detenimiento necesario. Eso es precisamente lo que hizo en primer y hasta hoy único lugar el encargado de la Guía de esa colección, el historiador J. Benedict Warren de la Universidad de Maryland11.
La conclusión más importante que saca Warren de ese examen corrige la especie difundida por McPheeters: el manuscrito Kraus está incompleto, falto de dos folios, con sus dos capítulos correspondientes. Por tanto, todas las copias hechas del mismo están igualmente faltas de esos dos capítulos, aun cuando lo ignoren: reducen los 112 capítulos y 160 hojas originales a 110 y 158, respectivamente, eliminando erróneamente la solución de continuidad entre el principio del capítulo 3 y el final del capítulo 5. El final del capítulo 5 queda así convertido en final del capítulo 3 --creando, naturalmente, un non sequitur discursivo--, el capítulo 6 se convierte en capítulo 4 y se numeran de nuevo todos los demás capítulos y hojas con una correspondiente disminución de dos cifras:
El texto tenía originalmente 112 capítulos, pero le faltan dos hojas (4-5), que contenían el final del capítulo 3, todo el capítulo 4 y el principio del capítulo 5. D. W. McPheeters, que describió este manuscrito, ... desechó la idea de que faltara texto alguno, pero es evidente que donde hay ahora dos números de página ausentes, con una correspondiente falta de dos números de capítulo, debe faltar algún texto. Las ediciones impresas de la obra ocultaban el salto en el texto numerando de nuevo los capítulos, a partir del capítulo 6 (capítulo 4 en las versiones impresas). Al hacerlo probablemente seguían las copias manuscritas hechas al final del siglo XVIII12.
El manuscrito Kraus difiere pues de todos los demás conocidos de esta crónica por el hecho de evidenciar el estado original del texto como escrito en 160 hojas, no en 158, y dividido en 112 capítulos, no en 110. Pero también difiere en otras muchas ocasiones en materia de ortografía, de sintaxis y hasta de fraseología. Véase como simple botón de muestra este pasaje en sus dos versiones (al texto del manuscrito Kraus no se le han añadido más que los signos de puntuación y las mayúsculas de los nombres propios, además de separar las palabras):
Durante estas guerras murió Teçoçomoctli, rrey, y, abido los tepanecas su acuerdo, determinaron